Mountain Wilderness España

La protección de las montañas en el marco de la ecología

SAMIVEL: Les déserts à tout le montecomp

Abogamos por converger la ciencia de la ecología con el movimiento ecologista e igual que creemos que estos últimos deben fundamentar sus acciones en criterios y evidencias científicas, los ecólogos deben asumir que el medio está condicionado por el marco político y social y comprometerse con los cambios necesarios. La protección, conservación y restauración del daño en las montañas debe contemplarse desde dos perspectivas: Lo que es, (la realidad), y lo que aspiramos que sea (la alternativa).

 La realidad en la que se encuentran las montañas viene condicionada por una especie de globalización cultural, un conjunto de valores que hoy en día resultan dominantes en el mundo, y que se manifiestan básicamente en la explotación meramente mercantil de los recursos que nos ofrecen las montañas, sin atender a criterios de sostenibilidad más allá de los estrictamente legales. Esta perspectiva se materializa en excesos de todo tipo: urbanizaciones, “resorts”, accesos e infraestructuras, etc. lo que supone impactos concretos a medio y largo plazo como puedan ser la masificación, la contaminación de ríos, del aire, de los suelos, la pérdida de biodiversidad, de fauna y flora o la degradación del paisaje. Es cierto que el desastre se palía parcialmente con la creación de figuras jurídicas de protección en pequeñas áreas de “excelencia ambiental” que se convierten en una suerte de parques temáticos a costa, eso sí, del abandono del resto, que queda casi al albur de los intereses del momento.

Por otro lado, tenemos que contemplar nuestra alternativa, aquello a lo que aspiramos. Unos entornos alpinos sanos y bellos, sin más. Para ello es preciso, no sólo frenar y revertir los daños que se han generado; es preciso también modificar en el largo plazo ese “sentir colectivo” en relación con las montañas. El valor de las montañas se refiere no sólo a sus aspectos ecológicos (el clima, la biodiversidad, los recursos hídricos, etc.), también a su contribución al bienestar de los seres humanos. Aspectos como la belleza, los silencios, la soledad, la contemplación del paisaje, o la experiencia de la aventura, son objetivos de nuestra asociación.

Pero claro, ni “lo urgente” debe hacernos olvidar “lo importante”, ni tampoco lo contrario. Hoy por hoy es preciso ocuparnos de “lo urgente”, es decir frenar y corregir el daño ocasionado a las montañas. Debemos ocuparnos de la protección (Parques Nacionales, Naturales…), de denunciar la contaminación ambiental, acústica o lumínica, las instalaciones obsoletas en las montañas, los abusos de las estaciones de esquí, la masificación en los accesos, los planes de urbanizaciones, el turismo no sostenible y todo aquello que perjudique la salud de las montañas. También queremos ser proactivos promoviendo y participando en los PORN y PRUG de los espacios protegidos, o sugiriendo unas prácticas más sostenibles y éticas del montañismo, de la escalada o del alpinismo.

Pero tampoco debemos olvidarnos del marco global. Siguiendo con expresiones populares, debemos evitar que “los árboles nos impidan ver el bosque”. No podemos ignorar que por mucho que corrijamos dislates o evitemos barbaridades en nuestras montañas, éstos seguirán apareciendo una y otra vez mientras no cambie el marco político, ideológico y cultural de nuestro mundo. Mientras las aspiraciones de la gente respecto de las montañas sean sólo disfrutar de ellas como si de un parque de atracciones fuera, mientras que lo que se espere de un Parque Nacional es que se llene con millones de visitantes y que traiga dinero a la zona, mientras que el mayor disfrute de una cumbre sea el que le suban a uno por el medio que sea (helicópteros, telecabinas, motos de nieve…) para después tirarse desde ella de la formas más estrambóticas y arriesgadas posibles, mientras todo esto ocurra y no haya un marco político y jurídico que regule este dislate, no estaremos más que parcheando la realidad con mayor o menor éxito. Es evidente que para revertir esta situación es preciso tener en cuenta las estructuras políticas, económicas y culturales en las que se sitúan las montañas.

Sí, ya sabemos que esto escapa un poco a nuestras posibilidades, que puede parecer utópico, pero ello no debe ser excusa para limitarnos sólo a “lo posible”, porque entonces no avanzaremos significativamente. Como dijo Eduardo Galeano ¿…entonces, para qué sirve la utopía?, para eso sirve, para caminar. Ecólogos y ecologistas se complementan hasta fundirse en una misma entidad, la ecología política

Alfredo del Campo

Presidente de Mountain Wilderness España